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La ruta del Darién: la odisea de la muerte y la extorsión

jueves, 23 de marzo de 2023
7 min de lectura

El presente artículo tiene como finalidad analizar de forma breve pero analítica y crítica, la situación de la migración de ecuatorianos hacia los Estados Unidos de América por la región de la selva del Darién, ubicada entre Colombia y Panamá. En primer lugar, se hará una breve revisión histórica de los flujos migratorios que ha tenido el país, para identificar los elementos comunes, países de destino, tipo de migrantes, causas, y consecuencias. En segundo lugar, se revisarán las cifras, causas y país de destino de los emigrantes en la actualidad. En este punto se destacarán los riesgos de las personas que han caído en el tráfico ilícito de migrantes, y en específico de la ruta del Darién. Finalmente, se hacen unas breves conclusiones.

1.  Antecedentes de la emigración ecuatoriana

La migración de ecuatorianos al exterior no es nueva, el primer flujo migratorio históricamente registrado es el producido en la década de 1960. Durante esta época el Ecuador estaba gobernado por cuatro presidentes y una junta militar, lo que generó inestabilidad política, y crisis económica y social. Según el investigador de migración Brian Gratton (2005), la primera fase de la migración ecuatoriana a los EE. UU. coincidió con la disminución de las exportaciones del llamado sombrero de Panamá, y las escasas oportunidades de adquisición de tierras para los agricultores.

En el periodo mencionado, la inflación era del 3,5% anual, alcanzando un máximo en 1965 con un 6,35%. El destino de los migrantes ecuatorianos en los 60 fue EE. UU. El 65% de los emigrantes estaban casados, con un promedio de tres hijos por familia, lo que cambió la estructura social de la familia. En 1972, la industria petrolera ecuatoriana tomó relevancia como alternativa a la agricultura tradicional (Ramírez y Ramírez, 2005). Los destinos preferidos fueron Nueva York, Chicago, Miami, Los Ángeles y Minneapolis. Durante la segunda mitad de la década se registró un promedio de 22.000 ecuatorianos saliendo del país cada año (INEC, 1976).

En esta época no se registran excesivas restricciones para emigrar, ni fronteras externas o rutas complejas, sin embargo, sí existían controles migratorios, y se pedía la presentación de documentos de viaje como pasaporte y visa. La migración fue posible gracias a las redes que se formaron con los pioneros.

El segundo flujo de migrantes tiene como antecedente la crisis económica, bancaria y financiera de la década de los 90, pese a que, en EE. UU. entró en vigor la “Ley de Control de Trabajo Indocumentado Simpson-Rodino” en 1986. Es así que en 1990 se vio el mayor número de emigrantes que en los años anteriores, un total de 27.089 (Sandoval, 2004).

Durante este tiempo se establecieron muchas redes de migración que han llevado a cabo numerosos proyectos para apoyar a los nuevos inmigrantes en los EE. UU. El apoyo de la red para nuevos inmigrantes incluyó, entre otras cosas, rutas de viaje, mercados laborales, procesos de adquisición de visas y fuentes de crédito para financiar el viaje (Camacho, 2007). Durante la primera mitad de la década, el número de emigrantes ecuatorianos se mantuvo estable en un promedio de 29.745 por año. En la segunda mitad de la década de 1990, la situación económica, social y política del Ecuador empeoró debido al fracaso de las estrategias de ajuste económico. Esa época se caracterizó por gobiernos asociados a casos de corrupción, mala gobernabilidad económica y políticas neoliberales. Por ejemplo, entre 1995 y 1996 se registró un aumento de 33.146 a 37.349. Adicionalmente, se sumaron otros eventos como el conflicto armado entre Ecuador y Perú en 1995, la crisis del Sudeste Asiático en 1997, la brusca caída de los precios del petróleo en 1998 y el fenómeno de El Niño que desencadenó inundaciones. Estos hechos exacerbaron la crisis económica y provocaron una migración masiva. Las salidas a EE. UU. aumentaron a un promedio de 250.000 anuales, con una media de 30.000 ecuatorianos que optaron por no regresar (INEC, 1995-1996).

En esta época ya se registran restricciones migratorias como el control migratorio en terceros países, con el aparecimiento de fronteras externas en Estados centroamericanos, los cuales implantan la imposición de visas, y otros documentos migratorios. También se verifica la presencia de redes de tráfico ilícito de personas. Para ese entonces, el Estado ecuatoriano comenzó a prestar atención al fenómeno migratorio, no solo por el papel de las remesas en la economía ecuatoriana, sino también por la importancia política y social de las redes migratorias tanto dentro como fuera del país. Cabe señalar que los destinos de los migrantes en esta época fueron principalmente: EE. UU., España e Italia (Valle, 2017).
 

2.  Actual flujo migratorio de ecuatorianos hacia EE.UU.

En la actualidad, se observa que las salidas de ecuatorianos en el 2021 superaron los arribos en 81.758 personas, según los datos del Ministerio de Gobierno (INEC, 2021). En el año 2022 se registra un saldo migratorio de más de 100.000 personas (Ramírez, 2023). De acuerdo con la información de la “Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos”, en los tres primeros meses del 2023 se registraron más de 35.510 migrantes irregulares procedentes de Ecuador que han sido detenidos, expulsados o deportados (El Mercurio, 2023). Como evidencian las cifras de los últimos años, estaríamos frente a una nueva ola migratoria, que, al igual que las olas migratorias anteriores, coincide con un panorama nacional de crisis económica, desempleo, corrupción e inseguridad1. Según el portal Datos Macro, citando a la ONU, el Ecuador tiene 1.183.685 emigrantes, lo que corresponde a un 6,85% de su población, y del 100% de emigrantes, el 43,61% escoge como destino a los EE.UU. (Datos Macro, 2023) 

Lo que no coincide con las anteriores olas migratorias es el alto nivel de riesgo que corren las y los migrantes en su ruta hacia el país de destino EE. UU., el cual ha limitado y restringido los ingresos y facilidades para la inmigración regular. Terceros países, en especial centroamericanos realizan controles fronterizos y solicitan visas a ciudadanos de países del sur de América. Este hecho ha generado la proliferación de la migración irregular; y, por ende, el crecimiento de grupos dedicados al tráfico ilícito de migrantes, más conocidos como coyoteros. Por las experiencias migratorias anteriores, se sabe, que entre más restringida y controlada sea la migración a EE. UU., los costos de los traficantes de personas se vuelven más altos y las rutas más peligrosas.

Por lo dicho, el costo para migrar irregularmente hacia EE.UU. puede variar entre los 20.000 USD y llegar hasta los 23.000 USD (El Mercurio, 2022), y debido a la petición de visas por parte de México y Guatemala, ahora la ruta preferida es el “trayecto de la selva del Darién”. En el año 2022, 248.284 personas cruzaron esta selva de manera irregular, y de estos, el 11% correspondía a migrantes ecuatorianos (El Mercurio, 2023). Pero, ¿qué implica la migración irregular por la Selva del Darién? eso solo lo puede relatar un emigrante que pasó por allí y que luego fue deportado hacia el Ecuador, para ello se usará la entrevista realizada en marzo de 2023 por las investigadoras Zaira Novoa y Katiuska Lalvay. Al informante, lo denominaremos Luis por efectos de anonimato. La entrevista fue realizada en el marco de la investigación denominada “LOS RIESGOS DE LA POBLACIÓN ECUATORIANA EN MOVILIDAD HUMANA EN TRÁNSITO POR MÉXICO”, que lleva a cabo el Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador en colaboración con investigadores del Colegio de la Frontera Norte de México.
 

Luis decidió dejar el país por falta de empleo junto a su madre, novia, hijo y hermano, quien cuenta que contrató “guías” (coyotes) en su trayecto, desde la frontera con Colombia hasta el puerto de Necoclí, desde allí van mar adentro durante 1 hora. Luis estaba consciente que el coyote contratado pertenecía a una organización de tráfico ilícito de migrantes, y que ellos, incluso reclutan gente para los trayectos, les colocan manillas de colores para contabilizar los migrantes (USD 300 por persona y menores de edad USD 150), y les venden artículos (botas, carpas, comida, etc.) para campamentos. Nos habla de más de 50 guías y de ciudadanos de todo el mundo preparándose para ir por la selva del Darién. Los denominados “guías” alientan a los migrantes diciéndoles que todo es fácil y que van a pasar en 2 o 3 días, sin embargo, la realidad es otra. El trayecto (que está señalizado) para Luis y su familia duró 6 días, y en su recorrido se quedaron sin comida, sin fuerzas ante grandes y empinadas montañas, enfrentaron ríos, quebradas, riesgos de la selva, y vieron a muchos quedarse e incluso morir.

Al salir del Darién cuenta que muchos se quedan, otros logran llegar a una comunidad indígena en la cual permanecen un solo día, para luego seguir con el trayecto de 4 horas en piragua, cuyo costo es de 20 USD. Luego llegan a una ONG en la que atienden a migrantes, se abastecen de comida, duchas, etc. Luis calcula que cada día pasan por allí al menos mil personas. Luego toman buses por un día desde Panamá hacia Costa Rica por un valor de USD 40, allí también hay muchos accidentes, se calcula que salen unos 50 buses diarios. Después de pasar por Costa Rica, se pasa por Nicaragua con otro guía que cobra otros USD 100, y los lleva a pie por varias horas y posteriormente en camionetas. Se llega a Honduras, y allí hay otro guía que los lleva a Guatemala, en trayectos por carro. Finalmente, se paga otro guía hasta México, y de allí a la frontera por montos más altos. Pero en todos estos trayectos sufrieron riesgos de ser asaltados, de caer de las lanchas, de caerse en la noche, se encontraron agentes policiales corruptos que les pidieron dinero, bandas delincuenciales que los asaltan o se llevan personas secuestradas. Al parecer, todos los involucrados en el “tráfico de personas” sacan provecho de los y las migrantes, y todos están perfectamente comunicados y organizados para tal efecto. Luego fueron detenidos en Tapachula e intentaron varias veces subir a la frontera, hasta que consiguieron un salvoconducto para permanecer por 30 días en Chiapas, y luego consiguieron otro guía para subir a la frontera. En Veracruz sufrieron una nueva detención en cárceles provisionales. Finalmente se contrató otro “guía” hasta San Luis de Colorado en la frontera, en ese trayecto mencionó que si la gente no paga tiene riesgo de ser secuestrada. Así llegaron al muro de Tijuana con toda la esperanza de pasar a EE.UU., en dicho lugar, otra persona le guío hacia el otro lado, pero allí estaban las autoridades de EE. UU. Y allí se entregaron a los agentes de migración para solicitar un “asilo” por recomendación de los “guías”, y allí fueron detenidos por 13 días, no podían comunicarse, y posteriormente deportados. Todo este trayecto duró aproximadamente dos meses.

Como se puede apreciar la emigración irregular no es tan fácil como se cuenta y los riesgos son muchos y reales. Ante esta realidad el Viceministerio de Movilidad Humana del Ecuador mediante su representante Silvia Espíndola ha comenzado los diálogos con sus pares en Panamá con el fin de fortalecer la cooperación en relación a la migración por la selva del Darién, y además han activado protocolos con las representaciones diplomáticas en el exterior.  En la reunión bilateral de cancillerías en Panamá se expusieron datos preocupantes, de acuerdo con las cifras del Servicio Nacional de Migración de Panamá, se ha registrado el tránsito de 29.399 migrantes ecuatorianos irregulares entre enero y diciembre de 2022, que ingresaron por la frontera con Colombia. Mientras que, al 11 de enero de 2023, se han registrado 710 migrantes ecuatorianos” (MIRE, 2023).
 

3.  A manera de conclusiones

Es posible que estemos ante una nueva ola migratoria, se evidencian algunos elementos comunes tanto en sus causas de expulsión como en el número y forma en que los emigrantes salen del país. Ante ello, es indispensable que el Ministerio de Relaciones Exteriores, y en especial, el Viceministerio de Movilidad Humana fortalezcan todos los protocolos en las embajadas y consulados en el exterior para dar apoyo a nuestros ciudadanos. Se debe mejorar la política pública migratoria para que responda a este nuevo hecho migratorio a fin de evitar riesgos innecesarios en contra de la vida, y que permita la concienciación de emigrantes que piensan que es solo una “aventura” y no una pesadilla llena de peligros. La emigración ilegal no es un juego, tal y como se relató en este artículo, es una odisea llena de peligros, muerte y extorsión.

[1] Hasta finales de diciembre de 2022 se reportaron, según datos de la Policía Nacional, 4.539 muertes violentas y 332 femicidios. La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes subió a 25,5, la más alta de la historia. Ver: Latinoamérica 21, en: https://latinoamerica21.com/es/ecuador-y-la-estampida-migratoria-2-0/
 

Bibliografía:

Alex Valle
Sobre el autor
Docente investigador senior del Instituto de Altos Estudios Nacionales del Ecuador y docente principal de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Actual decano de la Escuela de Derechos y Justicia del IAEN.