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Rusia y Ucrania: altercados con pasado, presente y futuro

viernes, 18 de febrero de 2022
7 min de lectura

La historia entre Rusia y Ucrania es de larga data y ha sido caracterizada por tumultos e incertidumbre en varias ocasiones a lo largo de siglos, es pertinente mencionar brevemente el contexto histórico y sus lazos para entender mejor las dinámicas de estos países. Ambas naciones tienen raíces comunes, fueron parte de la primera federación eslava del este, la Rus de Kiev, misma que se extendió desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro entre los siglos IX y XIII. El mencionado territorio inició su expansión desde el norte hacia el sur por invasores vikingos que conquistaron tribus eslavas y establecieron una capital en Kiev. En el año 988 el reino se convirtió al Cristianismo Ortodoxo, sentando las bases de la iglesia rusa tal como se conoce hoy en día. Posteriormente, en el siglo XIII el Imperio Mongol en una de sus ofensivas destruyó Kiev, y el centro de poder de la Rus de Kiev pasó al norte, en el actual Moscú. Luego de la caída de la citada federación poderes diversos se dividieron el fértil y cotizado territorio, entre ellos Polonia y Lituania. No obstante, para finales del siglo XVIII el Imperio Ruso habían tomado la mayor parte de lo que hoy conocemos como Ucrania, exceptuando zonas del oeste que estaban bajo dominio Austro-Húngaro, los rusos empezaron una campaña sistemática que tenía como fin aplastar el nacionalismo creciente de los ucranianos, con medidas como la prohibición del uso del lenguaje ucraniano.

En 1917 se declaró el primer Estado ucraniano independiente, luego de la caída del Imperio Austro-Húngaro al fin de la 1era Guerra Mundial, sin embargo, al poco tiempo, el Estado fue invadido por Polonia y fuerzas leales a los zares rusos y al recientemente implantado gobierno Bolchevique de 1918. Para 1922 la economía ucraniana estaba en mal estado, y con este escenario dicho Estado fue adherido a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Los primeros años fueron de mucha tensión, cuando los campesinos ucranianos se negaron a colectivizar sus granjas, y se vieron otros brotes de insurrección y nacionalismo, el Kremlin ordenó ejecuciones sumarias masivas, además Stalin diseñó y efectuó una de las más brutales hambrunas que haya visto la humanidad, el Genocidio de Holomodor, mismo que terminó con la vida de millones de seres humanos (las cifras de muertos van desde 3 hasta 10 millones). Luego, fiel a su política de “rusificación” de territorios, envió millones de étnicamente rusos y otros ciudadanos soviéticos a repoblar zonas que le eran atractivas, cientos de miles se asentaron en el este ucraniano.

Posteriormente, en la Segunda Guerra Mundial la Alemania Nazi invadió Ucrania, muchos habitantes locales recibieron a los alemanes con júbilo ante los abusos de Stalin, con la esperanza de que se establezca su Estado independiente una vez concluida la guerra. Por otra parte, ante los desmanes y arbitrariedades de los nacional-socialistas miles de ucranianos se unieron para pelear junto al Ejército Rojo. Al termino de este conflicto millones de ucranianos perecieron, a estas bajas se les debe sumar también decenas de miles deportados a Siberia y ejecutados por Stalin bajo la acusación de traición o colaboración con los alemanes.

Finalmente, en 1991 la mayoría de los ucranianos votaron por independencia luego del colapso de la URSS, sin embargo, Rusia nunca dejó de considerar a ese país como parte de su esfera de influencia, y un territorio al que, a pesar de todo, le unían lazos históricos, y un sentimiento imperialista y romántico. El Kremlin a lo largo de las últimas décadas hizo sentir su mano en varios episodios de la vida ucraniana, uno de los más recordados fue cuando Moscú apoyó a Viktor Yanukovych candidato a la presidencia ucraniana conocido por sus visiones pro-rusas, lo que causó el descontento popular y desencadenó la “Revolución naranja” que logró el alejamiento de dicho político del sillón presidencial, aunque retornó en 2010, ante la incapacidad de la oposición de consolidar un cuadro político en ese periodo de inestabilidad interna. Años más tarde, ante denuncias de corrupción y la cancelación de posibles acuerdos de tipo comercial con la Unión Europea (UE), el pueblo de Ucrania cada vez más deseoso de acercarse a occidente y alejarse de su pasado Soviético, nuevamente salió a las calles y Yanukovych fue depuesto del poder en 2014. Este tipo de demostraciones, solo le han ratificado a Vladimir Putin que Ucrania no puede dejar atrás esa calidad de “Estado satélite”, él es consciente que una Ucrania de la mano de la OTAN implica perder influencia. Por su parte, sabe que todas las muestras deliberadas de poder sobre un Estado soberano que pueda ejercer, a vista y paciencia de occidente, dejan en claro que el poderío “imperial” ruso sigue vigente.

Moscú desea una OTAN muy lejos de su frontera, y por ello no ve con buenos ojos que Ucrania se una a la Organización, misma que es por excelencia la antagonista de Rusia al haberse creado en tiempos de guerra fría como mecanismo de defensa colectivo ante la URSS, y a la cual se han unido luego de 1997 casi todos los países del este de Europa que alguna vez estaban detrás de la “cortina de hierro”. Desafortunadamente para Ucrania, la OTAN no acaba de consolidarla como uno de sus miembros. Quizá, de haberse consolidado dicha alianza recordaríamos de forma muy distinta el mencionado año 2014, cuando posterior a la huida de Yanukovych, Rusia invadió la península de Crimea (65.3% de población rusa), ante el asombro global y anexó dicho territorio.

La comunidad internacional elevo su voz de protesta e impuso sanciones mayormente económicas contra Rusia, además hizo varias peticiones débiles intentando que ese terreno sea devuelto, pero todo ha caído en oídos sordos, la zona es estratégica para el Kremlin por su salida al mar negro, la devolución de la misma es un tema que no cabe en la cabeza del gobierno ruso. Asimismo, en los territorios del este correspondientes a las provincias de Luhansk y Donetsk, repoblados con rusos desde hace décadas, las fuerzas separatistas son apoyadas por el gobierno de Putin, de manera constante. En la actualidad el gobierno ruso incluso ha entregado alrededor de 700.000 pasaportes rusos a los moradores de estas zonas, se especula que una invasión podría efectuarse invocando el legítimo deseo de “proteger ciudadanos rusos”.

En 2021 Ucrania siguió intentando acelerar su entrada a la OTAN. Ante la desproporción tan descomunal de los aparatos militares de ambos países esta sería una señal clara contra Moscú, de que “no están solos”, no obstante, el pedido avanza, si se puede usar esa palabra, lentamente. Por su parte Moscú ha desplegado sus fuerzas militares a la frontera con Ucrania indicando que está dispuesto a todo para contrarrestar el creciente peso de la OTAN en la región, a la par que ha señalado en varias oportunidades que no buscan invadir Ucrania.

No se sabe hasta donde llegará el ímpetu ruso, incluso existen escenarios muy negativos para el Kremlin producto de esta posible ofensiva, lo que haría que Vladimir Putin piense muy detenidamente su próxima movida. Ucrania es un país extenso, una ocupación de dicho terreno sería muy costosa, incluso luego de una ofensiva relativamente fácil dado el tamaño y capacidad bélica del ejército. Ruso recordemos por ejemplo lo que le ocurrió a la URSS en Afganistán y a EEUU en Vietnam en tiempos de Guerra Fría, o para ser más contemporáneos, la aventura estadounidense en Afganistán que terminó durante la Administración Biden con el retiro de tropas luego de un largo y costoso conflicto. 

Los enfrentamientos de baja intensidad por parte de grupos insurgentes locales, que a su vez se financiarían indirectamente desde la OTAN y los EEUU, podrían ser tremendamente efectivos contra Rusia. La idea de mucho desgaste (militar y económico) y bajas en el mediano y largo plazo podría ser la mejor arma disuasiva, sin mencionar que cualquier fracaso en el frente, por más pequeño que este sea, podría tener repercusiones sociales, económicas y políticas letales para el régimen de Putin.

Por otra parte, estas dinámicas rusas de querer repeler a la OTAN de sus fronteras están teniendo el efecto opuesto, gracias a ellas dicha Organización ha redoblado esfuerzos en la zona que menos desean los rusos y de ocurrir un ataque a Ucrania, incluso se aceleraría la adhesión de nuevos miembros como Finlandia y Suecia a la Organización, indirectamente Putin fortalecería lo que busca debilitar. Igualmente, un ataque a Ucrania desembocaría en una escalada en los presupuestos que los países europeos destinan a defensa ante la amenaza rusa, y una reacción similar a forma de respuesta desde Moscú; algo así como una repetición perversa de los ciclos ocurridos durante los últimos años de la guerra fría, con el desgaste económico que una carrera armamentista conlleva. El mundo conoce lo que sucedió entonces con los rusos y ellos mejor que nadie desean evitar que se repita la historia.

De la misma manera, es necesario mencionar el asunto del gas natural ruso, mismo del que Europa depende, y acerca del cual jamás han reconsiderado obtener nuevos proveedores. Alrededor de un tercio del gas que se consume en Europa viene de Rusia, retirarle a Moscú la ventaja que este aspecto le genera en los constantes encontrones con sus vecinos del oeste, podría finalmente volverse una realidad si el citado ataque llega a concretarse. Si bien es cierto Rusia es un proveedor permanente y menos caro, debe tomarse en cuenta también al comprador de su producto, y que los EEUU han indicado abiertamente su deseo de incrementar las ventas de su gas natural licuado. Aunque el gas norteamericano sea un tanto más costoso para suplir parte de la demanda que Europa genera, en términos de seguridad regional acceder a él podría ser una jugada rentable para el “viejo continente”. Además, teniendo en cuenta que el gas y el petróleo representan dos tercios de todos los productos que Rusia exporta, Putin estarían jugando una carta muy peligrosa con la probable invasión. El golpe a la economía sería devastador.

Finalmente tenemos las sanciones económicas que se incrementarían, lo que no le viene bien a una economía rusa que ha estado estancada desde el 2014, y ha demostrado crecimiento casi nulo, dada la baja de los precios del crudo, la pandemia del COVID 19, y la decreciente inversión extranjera directa. Es importante recalcar que desde tiempos inmemoriales recursos se traducen en poder, la amenaza actual podría ser la oportunidad dorada que EEUU y la UE buscan para debilitar permanentemente la economía rusa y la amenaza creciente que ella representa.

Solo el tiempo dirá si estos motivos son suficientes para detener la ofensiva, o si Putin decide realizar una invasión parcial evitando toda la fuerza de las respuestas que la comunidad global emita, otro menos probable escenario es retirarse humillado.

Dados todos los motivos anteriormente señalados no podemos descartar tampoco que lo acontecido puede ser simplemente una forma de aprovechar esta oportunidad para probar los límites de la OTAN y de lo que ocurra, lograr que se fortalezcan las capacidades negociadoras rusas, incluso autoridades de Francia han mencionado que el objetivo principal de la ofensiva de Putin es lograr un acuerdo de seguridad favorable.

Dicho esto, es pertinente analizar lo sucedido también con otro lente, los esfuerzos diplomáticos de los lideres europeos como Merkl, Macron o la Canciller británica Liz Truss, de disuadir a Rusia en lo que a momentos parece ser un eminente ataque han sido nulos, el mundo no acaba de comprender que hablar con autócratas de China, Venezuela o Rusia es pretender dialogo con gente que no entiende de códigos morales o respeto elemental, a ellos no les interesa firmar tratados de paz o respetar los existentes, este tipo de regímenes solo conoce el “poder duro”, hablan el lenguaje de la fuerza y la realpolitik en una versión bastante retorcida. De hecho, Rusia al momento está violando el Memorandum de Budapest Sobre Garantías de Seguridad de 1994 que firmó y mediante el cual se garantizaba justamente la seguridad de Ucrania, y ni que decir sobre la Resolución 68/262 titulada “Integridad territorial de Ucrania” emitida por las Naciones Unidas con el respaldo de más de 100 países en rechazo a la Crisis de Crimea de 2014, que a la larga no fue más que letra muerta.

La OTAN por lo pronto ha dado a entender que no es urgente enviar sus tropas a Ucrania, aunque se han manifestado a favor de ello, y han ofrecido apoyo logístico y armamentístico al país, lo cual se ha vuelto una queja recurrente desde el lado ruso.

Rusia por su parte, se ha mantenido enviando señales que a momentos se tornan ambiguas, dicho esto, les claro que lo que menos le importa a Putin o a su Canciller Sergei Lavrov no es cuidar su reputación o ser lideres ejemplares en cuanto al cumplimiento de la ley y la paz en el concierto internacional, ellos están preocupados de mantenerse empotrados en el poder, quedan en segundo plano incluso sus ciudadanos. Cuando occidente le habla al Kremlin, desde su idealismo y su etnocentrismo, este desconoce las raíces y la cosmovisión de una zona geográfica lejana, no se da cuenta que literalmente y figurativamente hablan 2 idiomas diferentes; y más importante y triste aún es que nada de lo que Europa o el resto del mundo pueda decirle a Moscú amenaza en lo mas mínimo el status quo del que disfrutan sus líderes, no al menos en la manera que se hace actualmente.

Nuevamente el mundo se encuentra en la encrucijada, otra vez estamos al borde del desastre que afortunadamente casi nunca llega, países como los EEUU, Gran Bretaña entre otros, han solicitado a sus ciudadanos evacuar Ucrania. El momento actual es otro fracaso más a la lista interminable de reveses que el multilateralismo recibe desde la realidad, la diplomacia está siendo inefectiva, Rusia se vuelve cada vez más ese Estado que todos tememos por sus practicas autoritarias, totalitarias e imperialistas, y el mundo demuestra nuevamente que ni siquiera ha intentado prepararse adecuadamente para lidiar con eso. Si bien es cierto es poco probable que el tan mencionado holocausto nuclear entre ambas partes ocurra, especialmente luego de las dolorosas lecciones que nos dejaron las bombas de Hiroshima y Nagasaki, debemos esperar que las consecuencias de esta nueva escalada no sean demasiado trágicas.

Eventualmente, todos podemos concordar en que, a pesar de la debilidad occidental de este momento, en términos políticos y diplomáticos, la OTAN no le va a dar a Rusia la potestad para decidir quién es o no parte de la Organización, sin embargo, los rusos han sido lo suficientemente persuasivos para que las membresías de Ucrania y Georgia se mantengan en el “congelador” desde hace 13 años. Igualmente, Rusia tiene claro que permitir que Ucrania se sume a esa Organización y se acerque a la UE cada vez más significa perder, y no solo desde el punto de vista romántico de los “territorios rusos” históricos, o del imperio soviético de antaño perdido, sino porque ser derrotado en ese espacio significaría abrir la puerta para cambios profundos en las dinámicas con otros territorios como los del Cáucaso, entre otras cosas. Además, una Ucrania alineada más al occidente, que consolide una relativa libertad de expresión y democracia, debilita lo que Putin representa.

Rusia debe tener claro que sus deseos de redefinir la arquitectura de la seguridad de gran parte del mundo, y revitalizar la esfera de influencia y fuerza geopolítica rusa, a pesar de los 130.000 efectivos apostados en la zona de frontera con Ucrania, son todavía un sueño lejano con adversarios omnipresentes como los EEUU, con la particularidad de que estos, entre otras cosas, tienen la fuerza suficiente para aislar a Rusia del sistema financiero internacional y boicotear en el corto plazo el proyecto ruso de 11 billones de dólares “Nord Stream 2” que busca incrementar las exportaciones naturales de gas a Europa.

Desistir de la agresión al sopesar los pros y contras de esa audaz iniciativa, si es que en realidad existió alguna vez tal deseo, será lo más sensato, no obstante, las visiones irreconciliables de ambas partes no dejarán de ser un problema latente para las partes involucradas, con la interrogante recurrente de “¿Hasta dónde llegará occidente o Rusia la próxima vez?”. Las charlas propuestas por occidente acerca de control de armas nucleares, transparencia en ejercicios militares, etc., han sido recibidas con agrado por Rusia, y a pesar de no ser determinantes en la resolución del conflicto, son un paso en la dirección correcta. Dicho esto, la comunidad internacional debe concientizar que en lo que a Ucrania se refiere, no deben existir posiciones tibias, el existir soberano de los ucranianos no se puede poner en debate, la mayoría de las decisiones sobre este país que ahora se toman, en Ginebra, Moscú, Bruselas y Washington parecen olvidar el deseo y sentir legítimo de los ucranianos.

El futuro es incierto, por ahora las negociaciones y el retiro de misiones de entrenamiento de tropas en Ucrania parecen ser un pequeño triunfo para Putin, una proclama que crea malestar y posiciona en la psiquis colectiva el mensaje de que Ucrania no puede contar con occidente para acciones decisivas si fuese necesario, lo que curiosamente va de la mano con el aumento de voces occidentales en su defensa. Si bien la victoria sin sangre (al menos hasta hoy) que aparentemente busca Putin aún se muestra esquiva, este ha logrado poner en aprietos a sus antagonistas nuevamente, el mañana dirá cuál es el desenlace, no obstante, la historia reciente muestra una y otra vez que Putin casi siempre está del lado ganador ante la pasividad de la comunidad internacional.
 

Bibliografía

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Clip: Council of foreign relations; “Russia and the West: A Historical Perspective” https://www.youtube.com/watch?v=lq61wwLdYUk 

Faiola, Anthony; “What Putin wants in Ukraine” https://www.washingtonpost.com/world/2022/01/07/what-putin-wants-in-ukraine/ 

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Lyne, Roderic y Lyne, Manning, David; “Why Putin’s gamble does not have to be lose-lose” https://www.chathamhouse.org/2022/01/why-putins-gamble-does-not-have-be-lose-lose?gclid=Cj0KCQiApL2QBhC8ARIsAGMm-KEVZlwm5UU7nM7ZwuJ6BrYaeTvKyU69PywPBANpCaZOCeTMOsE82u4aAiQ5EALw_wcB 

Stent, Angela; Pita, Adriana; “How is US, NATO diplomacy addressing Russian troop buildup?”; Podcast, 10 de febrero de 2022. https://www.brookings.edu/podcast-episode/how-is-us-nato-diplomacy-addressing-russian-troop-buildup/ 

United Nations news; “No alternative to diplomacy’ in Ukraine crisis, Security Council hears” https://news.un.org/en/story/2022/01/1110912 

VisualPolitik; “Los ASES bajo la manga de PUTIN en UCRANIA” https://www.youtube.com/watch?v=lq61wwLdYUk 

Juan Sebastián Jaramillo
Sobre el autor
Licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco. Máster en Economía Internacional y Estudios Políticos de la Universidad Carolina de Praga.