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LEXIS Blog

Saskya Espín
Autor
Abogada, graduada en Universidad Internacional del Ecuador. Master en Derechos Humanos, Derecho Humanitario y ONGs de Universidad de Estrasburgo, Francia. Experiencia en manejo de ONGs, en ámbito corporativo, de investigación y en sector público.

De la pasión a la razón: El aborto inscrito en la Constitución francesa

martes, 30 de abril de 2024
8 min de lectura

“La libertad de decidir, luchamos para ganarla, lucharemos para mantenerla.”
-Eslogan de movimientos de mujeres en los años 1970

 

El aborto es una práctica que ha suscitado controversias de una intensidad raramente experimentada. Estos hechos pueden deberse a que el aborto es una cuestión transdisciplinaria dado que abarca el derecho, la moral, la religión, la filosofía, la sociología, la política, y por supuesto la medicina.

En Francia, ante la inevitable evolución de la sociedad, la liberación de la moral, la autonomía y la voluntad política, la pasión dio paso a la razón impulsando una legislación que permitiera a las mujeres decidir libremente sobre el aborto, amparadas en una premisa emergente pero muy real: el embarazo será deseado o no será.

La regulación del aborto en Francia: Una línea de tiempo sin precedentes

La práctica del aborto en la sociedad francesa se encuentra regulada y autorizada desde hace 49 años. Fue a través de la ley denominada “Veil”, nombre en honor de su precursora Simone Veil, de 17 de enero de 1975 que se despenalizó y encuadro temporalmente el aborto.

Desde entonces, varios textos han reforzado el derecho al aborto. Así, la ley de financiación de la seguridad social de 2013 instituyó el aborto gratuito para las mujeres, seguido de una ley en el 2014 que eliminó la mención de “situación de urgencia” como requisito para que las mujeres pudieran acceder al aborto. En esa misma línea, la ley del 2 de marzo de 2017 amplió el delito de obstrucción del acceso al aborto, delito inicialmente tipificado en 1993. El último texto aprobado, antes de su inscripción en la Constitución, fue la ley del 2 de marzo de 2022, que amplió el plazo legal para recurrir al aborto de 12 a 14 semanas.

El 8 de marzo de 2024, se inscribió en la Constitución de 1958 la ley sobre la libertad garantizada a las mujeres de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo -IVG- por sus siglas en francés, con el fin de reafirmar el carácter fundamental que tiene dentro de la sociedad francesa este derecho. Distanciándose de la corriente actual que atraviesan varios países del mundo sobre la regresión de esta libertad fundamental, siendo uno de ellos Estados Unidos y varios países de Latinoamérica.

Esta ley constitucional tiene un artículo único que modifica el artículo 34 de la Constitución de 1958, inscribiendo que: “La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada a la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo”.

El objetivo de la inscripción del aborto en la Constitución francesa, es prohibir en el futuro cualquier intento de poner en duda esta libertad consagrada como un derecho humano fundamental. Sin embargo, no significa que esta libertad tenga un valor constitucional propiamente dicho, y por tal, el camino continúa para lograr el reconocimiento del derecho al aborto, otorgándole no solo un valor simbólico, sino también toda la fuerza de un derecho pleno de carácter constitucional.

Con este texto, Francia se convierte en el primer país del mundo en reconocer en su Constitución la libertad de recurrir al aborto, siendo decisión exclusiva de las mujeres acceder o no al mismo, sin que ninguna normativa pueda cuestionar en un momento dado este derecho fundamental. La libertad de practicar un aborto, estará protegida bajo el control del juez constitucional que interviene directamente después de la votación de una ley, o posteriormente mediante una pregunta prioritaria de constitucionalidad -QPC- por sus siglas en francés.

La estigmatización social del aborto: Una costumbre inútil sobre una práctica normal de contracepción

La vergüenza y la culpabilidad han sido los dos sentimientos que han acompañado a las mujeres que han decidido acceder al aborto, debido a la visión social que dictamina que abortar es la forma “mala” de contracepción, el último medio para corregir los fracasos de los métodos de contracepción aceptados, un “drama” que tiene que ser evitado.

Esta condena social del aborto está fuertemente vinculada a la idea del papel de la mujer en la sociedad, para quienes las mujeres son antes que nada madres y para quienes la renuncia de la maternidad es un comportamiento desviado. La causa de este concepto erróneo se encuentra en la brecha de desigualdad que todavía existe en las relaciones de género en varios países del mundo y, por lo tanto, la práctica del aborto es señalada y rechazada en distintos grados según la sociedad.

El estigma del aborto empieza por agrupar el perfil de las mujeres que posiblemente querrían acceder al aborto, admitiendo como verdad una idea sesgada y equivocada. De tal forma, la ley francesa anterior al 4 de agosto de 2014, establecía que las mujeres para poder acceder al aborto tenían que estar en una situación de “aflicción”, determinando que aquellas mujeres podrían ser las que sufrían de depresión, estaban alejadas de la sociedad o aquellas que tenían problemas con su pareja, profundizando una disparidad sobre un hecho cotidiano. Fue con la ley denominada “Vallaud-Belkacem”, nombre de la ministra de los derechos de las mujeres que promovió la ley por la igualdad entre mujeres y hombres, que la palabra “aflicción” desapareció de todos los textos oficiales.

Así mismo, se pensó que las mujeres adolescentes, por ser consideradas irresponsables de su sexualidad debido a su inmadurez para tomar decisiones, eran las que recurrían mayoritariamente y con frecuencia al aborto. Sin embargo, según estudios realizados la tasa de mujeres en Francia que recurren más de una vez al aborto es baja, siendo apenas el 9,5%; aún más baja es la cifra de las mujeres que recurren más de dos veces al aborto, siendo apenas el 4,1% en toda su vida. De igual forma, se demostró que la práctica del aborto no correspondía únicamente a mujeres de un grupo de edad, o a la irresponsabilidad de la sexualidad en las mujeres adolescentes. Siendo la media de edad para practicar el aborto en Francia de 27,5 años, desvirtuando así las alegaciones sin motivación que inspiraban visiones erróneas promulgadas en la sociedad con la finalidad de deslegitimar el aborto.

Finalmente, se comprendió que el aborto puede darse también por una manifestación de la falta de deseo de atravesar por un embarazo, y que esto puede ocurrir tanto a las madres primerizas, como a las madres que ya han tenido hijos. Se ha hablado más de las implicaciones que un embarazo conlleva y sus efectos antes, durante y después, sobre todo para la mujer. Así mismo, se destacó la importancia de una maternidad deseada que permita a las mujeres equilibrar los diferentes ámbitos de sus vidas en los aspectos laborales, familiares, económicos y personales. Todo esto permitió que el estigma social que pesa sobre el aborto en Francia, sea deslegitimado y, por ende, pierda su fuerza de réplica dentro de la sociedad.

Levantar el tabú que pesa sobre el aborto: Una necesaria disociación de la carga moral

Ha sido a través de las innumerables movilizaciones colectivas de los movimientos feministas, exigiendo el derecho al aborto y al acceso de la anticoncepción, que se lograron estas reivindicaciones a finales de los años 60 en varios países, entre ellos Francia.

A partir de la década de 1970, la concepción de la mujer dentro de la sociedad empieza a dar un giro, enfocándose ahora en el crecimiento profesional, el desarrollo intelectual y de educación, así como en el aumento de la edad para contraer matrimonio, y el ajuste de varios derechos que ahondaban la desigualdad de género. De esta forma, la maternidad pasó a un segundo plano. Fue dentro de esta nueva época que Francia decidió llevar a cabo la implementación y el desarrollo de programas enfocados en la planificación familiar y en la liberalización del derecho al aborto.

Así, los derechos de las mujeres en cuanto al control sobre su propio cuerpo, vivir la sexualidad sin riesgos y decidir libremente acerca de la procreación y la maternidad, no son considerados más como un tabú gracias a la evolución de las sociedades en Europa en materia de derechos humanos y particularmente en Francia, en donde las libertades fundamentales no han dejado de ser conquistadas.

En Europa, únicamente dos países continúan sin permitir el acceso libre al aborto, estos son Malta y Andorra. Sin embargo, fuera de las fronteras europeas la situación continúa siendo muy diversa, especialmente en Latinoamérica donde el aborto sigue considerándose ilegal o restringido. Situación que no es solo contradictoria al derecho fundamental de cada persona de disponer libremente de su cuerpo, sino que también es contraria a varias libertades reconocidas a nivel internacional como el derecho a la igualdad de trato entre mujeres y hombres o el derecho a la salud universal. En un estudio realizado por Segdh et al., se estimó que en el año 2012 al menos el 40% de embarazos en el mundo no fueron previstos y que al menos la mitad de ellos terminaron mediante la práctica del aborto.

La idea de una nueva “norma reproductiva” deslindada de la moral, permitió a las mujeres francesas solas o en pareja, elegir el momento de la llegada de un hijo de acuerdo a sus condiciones de vida. La inscripción del aborto en la Constitución de Francia y su anterior legalización, permite a las mujeres tener un mejor control de su vida reproductiva, entendiendo que los métodos anticonceptivos que no sean el aborto, no pueden prevenir todos los embarazos no planificados, priorizando un proyecto parental para mejorar la calidad de vida tanto de la mujer, como del hijo. Según cifras oficiales, 234.300 abortos han sido registrados en Francia en el año 2022.

Aunque la lucha incansable de las mujeres en Francia ha dado resultados grandiosos en materia de protección y garantía de sus derechos, la conquista de las libertades fundamentales continúa. Al respecto, Laurine Roux, comunicadora, activista y militante francesa por los derechos de las mujeres en varias asociaciones y movimientos, y representante de “OITO Communication”, relata lo siguiente:

“La inscripción del aborto en la Constitución francesa, más que un simple acto legislativo, ¡un acto simbólico fuerte para nuestros derechos!

Francia es rica en su patrimonio y, a menudo, está a la vanguardia de diversos progresos. Progreso social, cultural o incluso científico. Probablemente esta riqueza provenga del Siglo de las Luces, testigo de grandes avances, pero, sobre todo, descrito como el siglo de los pensadores ilustrados.

A veces revolucionaria, a veces más conservadora, con el paso de los años, Francia vibra. Vibra por la libertad, por el pluralismo de opiniones que permiten el debate de ideas.

Si hay una lucha que requiere vibrar y luchar, es la lucha relativa a la defensa de los derechos de las mujeres. A lo largo de los años, hemos contado con grandes figuras que, como Simone Veil, lucharon para que las mujeres pudiéramos usar nuestro cuerpo como mejor nos pareciera.

En este sentido, la Ley “Veil” que autoriza la interrupción voluntaria del embarazo fue un gran paso. Un avance que nuestro país de la Ilustración llevó aún más lejos el 8 de marzo de 2024, al inscribir el aborto en el núcleo de la Constitución. Al ser parte de nuestra constitución, este derecho pasa a ser, en principio, intocable.

La seguridad que esto brinda ha sido bienvenida porque, como dijo Simone De Beauvoir: “No olviden jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, deben permanecer vigilantes toda la vida.”.

Las luchas por los derechos de las mujeres son difíciles de ganar, pero aún más difíciles de mantener. Esta constitucionalización, como un símbolo, nos recuerda todas estas dificultades. También nos recuerda que aún quedan muchos progresos por conquistar. 

Por ejemplo, la igualdad salarial sigue siendo, por desgracia y de forma muy injusta, una utopía. Llegará el día en que esta utopía de la igualdad se haga realidad y lo que se percibirá como progreso, no será más que una normalidad de la que habremos estado privados durante incontables años.

Además, ¿cuáles son los derechos de las mujeres en nuestros países vecinos, en los países en guerra, en todo el mundo? A menudo son los primeros en soportar el peso de todas las formas de violencia e injusticia...

A nivel personal, cada batalla ganada hace crecer en mí un sentimiento de solidaridad femenina, una forma de hermandad benévola que todas deberíamos adoptar.

Es evidente que esta lucha sigue siendo universal y, lejos de excluir a los hombres de ella, debemos hacer todo lo posible para trabajar juntos, mano a mano, por nuestro futuro común.

Un futuro que nos concierne, pero que también concierne a nuestras hijas, hermanas o amigas. Cada paso vale la pena dar, aunque el camino parezca largo y quiero llevar este toque de optimismo a todas aquellas mujeres que sufren o pierden la esperanza cuando los tiempos son aún más difíciles de lo habitual.

¡No estás sola, no estamos solas!”.

*Traducido del francés al español.

Conclusión

En Francia, al menos un tercio de las mujeres recurren al aborto durante su vida. Esta práctica ordinaria que respalda la autonomía de las mujeres, pudo ser establecida como un método común de contracepción gracias a las luchas incesantes y a las estadísticas reales levantadas, permitiendo garantizar los derechos que protegen a las mujeres frente a un embarazo no deseado y estandarizando el aborto mediante una legislación liberada, que además actualmente está inscrita en la Constitución de dicho país. Finalmente, con este gran avance Francia siembra un precedente importante en garantías y protección de los derechos y libertades fundamentales de las mujeres, que sirve como fundamento para seguir creando sociedades más justas e igualitarias. La sociedad francesa sigue siendo un ejemplo de perseverancia en materia de derechos humanos, ejemplo que debería ser replicado en Ecuador y en toda Latinoamérica para asegurar que las mujeres puedan gozar de sus derechos libremente, sin tener que preocuparse de obstáculos anticuados y absurdos en pleno siglo XXI.

 

Bibliografía

L’avortement dans le monde. État des lieux des législations, mesures, tendances et conséquences, Agnès Guillaume, Clémentine Rossier, 2018.

L’avortement en France : du droit formel aux limites concrètes à l’autonomie des femmes, Marie Mathieu, 2022.

Avortement : droit abstrait ou question sociale ?, Grégor Puppinck, directeur de l’ECLJ, 2023.

https://www.vie-publique.fr/loi/292357-liberte-recours-ivg-dans-la-constitution-avortement-loi-du-8-mars-2024 

Opinión, Laurine Roux, comunicadora, activista y militante francesa por los derechos de las mujeres en varias asociaciones y movimientos, y representante de “OITO Communication”, 2024. 

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