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Saskya Espín
Autor
Abogada, graduada en Universidad Internacional del Ecuador. Master en Derechos Humanos, Derecho Humanitario y ONGs de Universidad de Estrasburgo, Francia. Experiencia en manejo de ONGs, en ámbito corporativo, de investigación y en sector público.

Coaliciones políticas: Un juego de cooperación para mejorar las perspectivas electorales

lunes, 16 de septiembre de 2024
6 min de lectura

“Las alianzas entre partidos tienen formas y grados muy variables. Algunas son efímeras y desorganizadas: simples coaliciones provisionales para beneficiarse de las ventajas electorales, para derrocar a un gobierno o para apoyarlo ocasionalmente. Otras son duraderas y tienen una estructura sólida, lo que las hace parecerse a un ultra-partido.” -Duverger, 1954.

El panorama habitual de las coaliciones

La formación de coaliciones como una figura transaccional, gana importancia cuando el margen de victoria en una elección es estrecho, ya que las formaciones políticas buscan coordinar alianzas para asegurar el triunfo. En contraste, cuando los márgenes son más amplios, la probabilidad de que se unan disminuye. Las coaliciones tienen dos motivaciones principales: la primera es alcanzar el poder y sus beneficios asociados, y la segunda es implementar políticas que se alineen con una ideología.

En un contexto democrático, la formación de alianzas electorales tiende a diversificarse, especialmente cuando hay un gran número de agrupaciones políticas en competencia con posturas ideológicas similares. Por lo tanto, la formación de alianzas se convierte en un proceso de negociación e interacción directa, donde los líderes deben trabajar para mejorar sus posiciones electorales, evaluando su representatividad y el nivel de influencia que tienen.

Esta configuración de alianzas dependerá de la importancia que se otorgue a la utilidad de los grupos políticos, a los acuerdos preelectorales influenciados por el plan de gobierno y sobre todo al consenso sobre la distribución de los beneficios de la cooperación, teniendo en cuenta las particularidades de las formaciones políticas. Aquí, los intereses individuales, así como la situación y el comportamiento de cada partido, suelen entrar en conflicto.

Dicho de otro modo, el clima político, la historia de las agrupaciones, las situaciones de confrontación, las negociaciones y las necesidades que pueden surgir entre posibles socios, son los factores que van a determinar la presencia o ausencia de alianzas electorales, tomando en cuenta los beneficios de cooperación que existen para el ejercicio del poder y la participación en el gobierno.

Finalmente, existe un imperativo esencial al momento de negociar las coaliciones electorales: la condición de la viabilidad de formación de una alianza, misma que exige un nivel de homogeneidad ideológica dentro de la cual pueden existir criterios distintos, pero donde prevalece una lógica con políticas de gobierno estables que no sean rechazadas por sus simpatizantes, justificando así dicha unión y permitiendo la gobernabilidad estratégica que atienda las demandas de la sociedad. 

Las alianzas electorales como una estrategia deliberada

La coalición entre partidos y movimientos políticos en el ámbito electoral se ha convertido en una estrategia clave para maximizar las posibilidades de victoria en las elecciones.

El incentivo para formar alianzas se fundamenta principalmente en el grado de hegemonía que un poder dominante puede alcanzar en el ámbito nacional. De acuerdo con Mathias Eric Owona, a medida que las elecciones se vuelven más competitivas, se espera que las alianzas entre partidos durante la campaña se multipliquen. Esta necesidad puede intensificarse cuando existe un grupo visiblemente aventajado y, por tanto, los partidos de oposición se unen con el fin de obtener beneficios o preservar sus posibilidades de éxito y fortaleza política. Así pues, los grandes partidos suelen formar alianzas de manera efectiva cuando enfrentan amenazas externas, buscando priorizar la concesión de cargos sobre la maximización de votos.

En definitiva, como mencionan Gorgui Ciss y Jean-Bosco, el enfoque cooperativo se centra en pactar beneficios dentro de cada potencial coalición, acordando detalles sobre el proceso de negociación y combinando objetivos de la alineación ideológica. Su meta es presentar soluciones claras y efectivas a la población, lo cual es esencial para captar el voto del electorado y hacer frente a la oposición.

Dicho esto, no hay que olvidar que este juego de cooperación es delicado y que nos encontramos en arenas movedizas, dado que la formación de estas coaliciones puede presentarse en circunstancias donde dos partidos polarizados se unen en función de la utilidad para sus partes. De manera que los intereses individuales de la cooperación prevalecen, procurando beneficiarse de una distribución de escaños en la Asamblea o carteras ministeriales, y dejando en segundo plano la base ideológica para implementar políticas públicas, lo que puede generar confusión en el electorado que rechazará dicha alianza y no aceptará los desacuerdos. 

El frágil estado del entorno electoral ecuatoriano

La tradición política ecuatoriana y el clima electoral se han desarrollado a través del surgimiento, a menudo rápido, de partidos y movimientos políticos que utilizan este fenómeno para presentarse como "nuevas fuerzas emergentes" que buscan ganar un espacio en las elecciones. Debido a esto, la dispersión del apoyo electoral en un territorio relativamente pequeño ha ido en aumento, preocupando a la ciudadanía el exagerado número de candidatos a elección popular. Por esta razón, resulta importante examinar qué condiciones impiden la implementación de alianzas como regla general, y reducen su utilización a una mera excepción.

El principal inconveniente que suelen tener estas apariciones de grupos políticos, es que carecen de una estructura institucional robusta que les permita tener márgenes de negociación, focalizando su atención en detalles insignificantes con modelos sensibles y políticas pobres, que impiden llegar a consensos que profundicen en lo esencial.

Otro de los grandes impedimentos del desarrollo de coaliciones en el país, es el desconocimiento de la teoría del juego de cooperación electoral y la falta de análisis e investigación que existe sobre el tema basado en el pasado histórico. Esto ha impedido que tanto las agrupaciones políticas, como el elector tengan una perspectiva amplia de su funcionamiento y utilidad.

Asimismo, con partidos y movimientos políticos predicando el aumento de la participación ciudadana como justificación de su creación, se ha instaurado una inestabilidad organizativa que ha tenido efectos adversos: el principal, un escenario sumamente fragmentado que impacta negativamente en la eficacia de los mecanismos para consolidar las preferencias electorales, así como un desequilibrio del poder que moldea la ejecución de las coaliciones.

En otras palabras, siendo el principal objetivo de una alianza el incremento de las posibilidades de éxito en una contienda electoral, es desconcertante observar la situación nacional en donde se ha ido construyendo un sistema multipartidista que ha tenido como resultado una importante disminución o incluso ausencia de coaliciones políticas, a pesar del significativo incremento en la competitividad electoral en el país.

Por otro lado, los partidos y movimientos políticos tanto a nivel nacional como local, enfrentan retos derivados de la creciente volatilidad del electorado. Aunque su meta principal es conseguir cargos de representación política, también buscan obtener beneficios en áreas donde su presencia electoral es baja; no obstante, sin la presencia de alianzas con grupos predominantes, la carrera por captar el voto ha fracasado en la mayoría de los casos. 

En síntesis, estos obstáculos lo único que han hecho es agravar aún más el debilitado cuadro electoral del país, caracterizado por el clientelismo político con vestigios autoritarios de muchos líderes partidistas. Pese a que el proceso electoral está regulado y democratizado, estas “fuerzas emergentes” se disfrazan de nuevas agrupaciones políticas con agendas “innovadoras” que, al momento de ingresar a la contienda electoral, orientan sus esfuerzos a intereses propios derivando en intercambios de favores en caso de ganar una elección, y profundizando el mal que aqueja al Ecuador: la corrupción.

Esta dificultad para crecer en ciertas regiones y el incremento de la brecha entre el votante y el potencial representante gubernamental, debería motivar a los partidos y movimientos a formar coaliciones con otras fuerzas para obtener mayores ventajas en comparación con la competencia individual. Dado el marco actual del país, es crucial fomentar un ambiente estratégico para la interacción con el votante y recuperar la confianza que se ha perdido en los colectivos políticos que representan a la ciudadanía. 


Bibliografía:

-Coalitions: A Guide for Political Parties, The National Democratic Institute & The Oslo Center for Peace and Human Rights, 2015. 

-Joining Forces: A Guide for Forming, Joining and Building Coalitions, Brian O'Day, 2004.

-Alliances Électorales et Gouvernementales : La Contribution de la Théorie des Jeux Coopératifs à la Science Politique, Michel Le Breton et Karine Van Der Straeten, 2017.

-L’impératif des alliances en démocratie, Friedrich Ebert Stiftung, 2013. 

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